Tuve un retiro espiritual forzado y cambio todo
Sí,
esto está pasando. Tenía muchísimo tiempo sin aparecer por acá pero me ocurrió
una experiencia tan singular y al mismo tiempo enriquecedora que sentí la
imperante necesidad de “desempolvar” mi escritura y contarles esto. Y es que,
la verdad, me mostró lo dependiente que soy a la tecnología y lo mucho que la
utilizo para evadir mis problemas personales. Así que prepárense.
El gran apagón
Tal
vez algunos de ustedes lo sabrán, tal vez no, pero vivo en Venezuela así que en
mi vida diaria existen las fallas de electricidad (bastante, la verdad). Así,
cuando un día se fue la luz eléctrica, mi primera reacción fue la paciencia.
Tendría que esperar un poco para poder continuar con mis asuntos en el
computador. Sin embargo las horas pasaban y esa paciencia ya estaba cambiando a
fastidio, necesitaba continuar escribiendo mis correos y correcciones de mi
informe de pasantías para la universidad.
Un
par de horas después, decidí revisar mi teléfono. No todo el mundo en el pueblo
donde vivo podía estar sin luz. Sí, nos había ocurrido antes, apagones
generales pero nada que durara más de medio día. Así que allí estaba revisando
mi teléfono y dándome cuenta que ni siquiera tenía señal móvil y ya se estaba
haciendo de noche.
La
primera noche fue tranquila, les puedo asegurar. Pensaba que en cualquier
momento de la madrugada o la mañana siguiente llegaría la electricidad y todo
quedaría allí.
Pero… No ocurrió.
Pasaron
dos días y no tenía cómo comunicarme y peor: se nos estaba acabando el agua que
teníamos almacenada en tanques. Se imaginarán que ya estaba pasando de la
irritación a la desesperación y es que no solo era la perspectiva de estar
apartada de la tecnología sino que me estaba enfrentando a un miedo que no
sabía que tenía: No había nada que me
distraje de mis pensamientos y eso me estaba atormentando.
Mi mente y yo…
Qué
interesante es darte cuenta de cómo tu mente puede volverse un pozo oscuro si
no la atiendes. Y allí estaba yo, teniendo que afrontar todos esos pensamientos
negativos que evitaba viendo vídeos en Youtube
y escuchando música. Es difícil admitir lo aterrorizante que es quedarte con tus
pensamientos cuando los has desatendido durante tanto tiempo. Dudas, miedos,
resentimientos te empiezan a agolpar y no sabes cómo lidiar con ellas porque
solamente utilizabas tu tiempo despierto para apagar esas voces en vez de
entenderlas y solucionarlas.
Mi
primer impulso fue hacer algo que me ayudara a distraerme pero no encontraba
paz. Verán, el silencio habla muchísimo más y todo el silencio que existía en
mi casa, en las calles, hacía que simplemente resaltara todo el ruido que
estaba en mi mente. Todo empezó a mejorar cuando tomé un libro, uno de verdad,
de papel, nada electrónico y me sumergí entre las palabras de otra persona.
Harry
Potter, una serie de libros que jamás se hacen viejos para mí.
Pensé
que tal vez sería un retroceso, estaba evadiendo todo de nuevo, me estaba
perdiendo en distracciones. Pero fue todo lo contrario, tenía mucho tiempo sin
leer más allá de artículos o noticias y de algún modo fue… refrescante y
familiar al mismo tiempo. Leyendo y separándome de la tecnología pude recordar
mucho de esa niña que hace mucho no veía.
Esa
niña que amaba la literatura y quería escribir. Esa que estaba segura de sí
misma y sabía que habría algo mejor en el futuro si creía en sí misma y sus
capacidades. Así, empecé a sentirme más relajada. No sentía aquella urgencia
casi de abstinencia de tener electricidad, internet.
Podrán
creerme o no, yo tampoco lo haría pero en el momento en el que empecé a sentir
que no necesitaba nada más, que me sentía bastante libre… Escuché el ruido de
la nevera encenderse después de una semana.
Suspiré,
no podía quedarme eternamente en mi nuevo momento de paz pero ya sabía que
podía y debía volver a chequear conmigo misma de vez en cuando.
Sin
embargo estuve sin internet por otras dos semanas, y de eso, aprendí mucho más
pero por la longitud de todo esto, se los contaré en otra ocasión.
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